Prácticas Agronómicas

Malezas: para enfrentarlas, hay que entenderlas

Desde AACREA señalan que para el control de las malezas resistentes el primer paso es reconocerlas en las primeras etapas de desarrollo y entender la dinámica de los procesos que participan en un sistema agrícola.

Según Fernando García Frugoni, líder del Proyecto Malezas de AACREA "La receta es la no receta". Su planteo es que la aparición de malezas resistentes a herbicidas obliga a enfrentar el desafío de entender a la agricultura como un sistema complejo en el que actúan una diversidad de factores en forma interrelacionada.

La mayoría de los especialistas que trabajan en el control de malezas indica que el uso repetido del glifosato, asociado a una merma pronunciada de la superficie cultivada con gramíneas, es la principal causa que contribuyó a generar la resistencia de diversas especies en grandes extensiones de soja producida en siembra directa.

"Sin embargo, desde 2008 hasta la actualidad el problema de las malezas resistentes explotó en muchas regiones del mundo ya que empezó a ser un tema trascendente para la agricultura en regiones muy diversas", indica García Frugoni.

"¿Cómo es posible que el problema haya aparecido en Canadá o en Estados Unidos donde se hacen laboreos y el maíz es un componente importante de la rotación? O en Europa, que tiene muchas restricciones en el uso de herbicidas. O en Australia, donde no se usan cultivares con eventos biotecnológicos", se pregunta el técnico del movimiento CREA.

Su respuesta a esos interrogantes es contundente. "El factor común que favoreció la aparición de malezas tolerantes y resistentes a herbicidas -fundamentalmente a glifosato- fue la simplificación y estandarización de los procesos agrícolas asociados con el uso sistemático de determinados insumos". Para fundamentar su afirmación, el técnico relata la experiencia del censo de malezas realizado en 2014, en los comienzos del Proyecto Malezas, que tuvo como objetivo identificar las principales especies problema de cada región. Se trató de un trabajo conjunto entre AACREA, AAPRESID, ASACIM, la FAUBA y el INTA que consensuaron un protocolo sencillo, de fácil implementación "pero que exigía dedicación". La tarea -desarrollada por 100 personas que aceptaron voluntariamente tomar muestras cada 10 hectáreas- consistió en registrar en una planilla todas las malezas que observaban en el lote. A aquellas plantas que no podían identificar debían sacarle una foto y enviarla a los técnicos del proyecto para que estos se la remitieran a un botánico.

"Al momento de encarar el proyecto, estimamos que esas personas tenían la capacidad de reconocer, al menos, la misma cantidad de malezas que un agrónomo medio. Además, asumimos que su disposición a ejecutar ese protocolo revelaba cierta inquietud por el tema", comentó el técnico de AACREA. Sin embargo, al finalizar el trabajo quedó en evidencia lo que García Frugoni considera como la mayor revelación: "Esas personas eran incapaces de reconocer un 30% de las especies que veían en el lote". Esto significa que los técnicos no pudieron reconocer una de cada tres especies relevadas en el campo.

Fuente:
La Nación

 
Compartí esta Nota
Facebook
Twitter
G+
 

Notas Relacionadas

 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer
 
Leer